Las adicciones en el siglo XXI

Patricia Gorocito

Cada vez nuestros adolescentes comienzan antes con el consumo de sustancias, legales o ilegales, para pertenecer o para aislarse, para no saber, para anestesiarse

Cuando hablo de los sujetos contemporáneos no encuentro una manera de definir a la persona que consume sustancias o al criminal o al corrupto. Menos definiciones encuentro cuando quiero nombrar a la gente normal porque en realidad no existe.

Vivimos en una época sin ideales, como diría Jacques Alain Miller, en la época del Otro que no existe, es decir del sujeto sin brújula.

Cada uno sin el Otro tendrá que inventarse una manera de vivir, único arraigo posible, sin coordenadas simbólicas que le señalen cómo hacerlo.    

Esta es la época de los sujetos preparados para la eventualidad (1), sujetos que soportan la sorpresa del amor pero también la sorpresa del dolor. La precariedad de la existencia en nuestras manos. Y no es fácil.

Cómo si desde la más absoluta fragilidad tuviéramos que encontrar la nobleza de una existencia genuina.

Entonces en esta época muchos sujetos prefieren esconderse en el anonimato de las clasificaciones: soy adicto, soy anoréxica, soy obeso, soy bipolar, etc.

Los analistas de la orientación lacaniana no podemos permitirnos semejante cobardía, es decir trabajar con las clasificaciones de los manuales por ejemplo, porque muy bien sabemos que cada sujeto es una  singularidad absoluta y no hay manera de universalizar el dolor ni tampoco la manera que tiene el sujeto de ocultárselo a sí mismo o hacer algo con ello.

Nuestra ética, nuestra clínica es acompañar al sujeto a que haga algo con su síntoma. Y esto quiere decir que lo que va a hacer en el tratamiento lo hará hasta las últimas consecuencias. Se identificará con el sinthome, será el sinthome. (2)

El sujeto en análisis, una vez que entra en el dispositivo, no podrá retroceder y sabrá de su soledad en esa singularidad y de este modo podrá hacer lazo con otros pero desde un saber más profundo y responsable.

Un saber hacer con su sinthome y un saber hacer con lo imposible.

Y como dice Miller, el único partenaire que tenemos es el sinthome en la época del uno. La época entonces convoca a sujetos dispuestos a jugar un juego que puede ser maravilloso o espantoso. Nadie nos avisa como será. 

Hay un solo saber que es el del inconsciente. Y lo que ocurre en la clínica es que muchos pacientes prefieren no saber.

Las sustancias son un muy buen remedio para no saber nada acerca de la castración o de lo imposible.

Cada vez nuestros adolescentes comienzan antes con el consumo de sustancias, legales o ilegales, para pertenecer o para aislarse, para no saber, para anestesiarse. Porque uno a veces se despierta para seguir soñando o para tener una pesadilla.

En la pubertad comienza un sujeto a consumir sustancias, tal vez como un experimento que luego abandona. En ese momento no es tanto la búsqueda del placer, se trata más de transgredir, de hacer lo que la mayoría en esa edad hace. Pero sobretodo siempre es más fácil correr el riesgo de un mal viaje que confrontarse con el desencuentro amoroso, con la falta estructural, con la castración y la soledad. Porque recordemos que nuestros jóvenes también están muy solos por la caída de las instituciones sociales como la familia, la justicia, la educación, el matrimonio, etc. Hoy esas instituciones son llamadas por el sociólogo Bauman (3) instituciones líquidas, evanescentes.

El mencionado sociólogo dice que vivimos en una modernidad líquida.

Nada se sostiene por mucho tiempo y este es un problema para los adolescentes que deben confrontarse con muchas situaciones difíciles y se encuentran muy solos.

Entonces compartiendo un faso con los amigos o aspirando cocaína empiezan a soñar un sueño pero no saben que ese sueño no les pertenece.

Es un sueño del mercado que sólo quiere adictos, del latín addictus, es decir esclavos.

A veces los jóvenes dejan la adolescencia y también las adicciones pero muchas veces siguen con ambas.

Dicen que cuando el matrimonio entre el sujeto y la sustancia funciona, no aparece el paciente en el consultorio. Sí viene la madre o el padre o la pareja o el hijo. La persona que consume sustancias como la cocaína y el alcohol o la marihuana depende sólo de su sustancia y se relaciona con su entorno de una manera irresponsable en la mayoría de los casos.

Entonces el problema generalmente es un problema familiar, donde en la medida que el paciente no solicita tratamiento se van deteriorando los vínculos y los conflictos se agravan.

A veces nosotros decimos que abundan los sujetos sin inconsciente, es decir personas que no pueden implicarse con las consecuencias de sus actos. Siguiendo con el tema de los sueños, personas que viven de sueños prestados, artificiales, porque niegan su inconsciente.

Es difícil que entren en el dispositivo analítico. Primero es necesario crear la demanda, el deseo de saber, porque frecuentemente dicen analizarse porque los manda la madre, el novio o la novia, el padre o el trabajo le paga el tratamiento.

La materia prima de un análisis son los efectos del inconsciente; la angustia, los sueños,  los lapsus y actos fallidos en transferencia.  Y es difícil cuándo el sujeto no está dispuesto a saber que en su más íntima interioridad- exterioridad, extimidad, decimos los analistas, habita algo extraño que encima lo comanda.

Pienso que es un buen momento para el psicoanálisis, tenemos un gran desafío en la época del Otro que no existe porque nadie se puede escapar de su vacío. Las sustancias, las clasificaciones  y todo tipo de mercancía que se ofrece en el mercado para escaparnos de nosotros mismos nunca va a funcionar porque no somos máquinas averiadas, somos sujetos angustiados. 

Patricia Gorocito é psicanalista e professora da Faculdade de Psicologia da Universidade de Buenos Aires, Argentina.   

(1) “El Otro que no existe y sus comités de ética” Jacques Alain Miller página 463 – 1ra.  Edición Buenos Aires – Paidós – 2005.

(2) En la segunda enseñanza de Lacan hablamos de sinthome como lazo que anuda los tres registros imaginario, simbólico y real para estabilizar a un paciente. Y la palabra síntoma pertenece a la primera enseñanza de Lacan, donde prevalece el registro simbólico, es decir para ese momento de su enseñanza el síntoma es metáfora.

(3) Zygmunt Bauman es un sociólogo, filósofo y ensayista polaco nacido en 1925 que acuñó el término líquido para expresar la subjetividad de la modernidad.

Patricia Gorocito é psicanalista e professora da Faculdade de Psicologia da Universidade de Buenos Aires, Argentina. 

Data de publicação: 25/06/2015